miércoles, 6 de agosto de 2014

El Camino

- He pensado irme unos días fuera. Quizá vaya a buscar a alguien de la familia o algún viejo conocido.
Aunque el calor aún era sofocante a determinadas horas del día, las tardes ya eran más cortas, lo que anunciaba que en poco más de un mes llegaría el otoño. El sapo tenía la mirada acuosa mientras le contaba sus intenciones a su amigo el búho.
-¿ Serán unas pequeñas vacaciones?, o quizás ¿un viaje por algún motivo?
- Es una excusa- contesto el sapo- tan válida como cualquier otra para infundir un poco de valentía a mi alma y salir del limite del prado, de esta charca.
-¿ De verdad necesitas una excusa para salir de esta charca? Amigo sapo, poner un sólo pie en el camino resultará peligroso para todo aquel que quiera mantenerse siempre en la seguridad de su hogar. Es peligroso incluso pensar en vivir aventuras, porque todo viaje es una aventura, incluso aquellos que son cerca o a otro lugar seguro, como las casas de los familiares. El camino siempre esta lleno de imprevistos, de cosas que no conoces o que aún conociendo pueden cambiar y volverse hostiles.
- Maestro, ¡me estáis dando miedo! Y no os entiendo, porque siempre me habéis animado a volar, a salir de esta charca y ver más allá- dijo casi sollozando el sapo.
- Mi pequeño amigo, ¿acaso no ves que lo que yo he dicho en voz alta es lo que una parte de tu mente te estaba diciendo a ti?, ¿que mi voz sólo expresaba tus miedos internos?. Cuando tus miedos salen de tu cabeza y los oyes en otra voz es cuando realmente ves lo absurdos que son.
El búho tomó aire, giró la cabeza y miró dulcemente a su amigo.
- Ve por los caminos, emprende un viaje; largo o corto, con destino fijo o sin él, pero hazlo si eso es lo que realmente quiere tu alma. La tuya, no la mía, es la que debe decidir. Más no huyas, ni te lleves mucho peso en la mochila, pues entonces no gozarás del viaje.
Una hoja pasó volando delante de ellos, mecida por el viento sin tocar el suelo, dejándose llevar sin preguntar, sin hacer conjeturas sobre su destino. ¿Acaso sería una señal?
- Durante una de las largas temporadas que viví con los humanos me llevaron a realizar un largo viaje.
 El búho se disponía a contarle una historia al sapo y eso era algo que inexplicablemente conseguía que el tiempo en la charca se detuviera, que dejasen de existir los ruidos, el mundo que los rodeaba. Una burbuja dónde solo estaba su voz.
- El viaje lo hice varias veces, acompañando a ricos comerciantes, a iniciados en la magia y a devotos de una religión que llaman cristianismo. Se le conoce como El Camino de Santiago. Santiago es la ciudad donde termina el viaje, la que es el destino de todos ellos.
- ¿ Por qué gente tan diferente hace el mismo camino maestro?- preguntó el sapo.
- Ese es uno de los misterios que encierra. Cuentan que en esa ciudad se encuentra la tumba de un hombre que luchó y obro milagros llamado Santiago y que al llegar a ese lugar alcanzas la sabiduría y la bendición de ese hombre. En realidad lo importante no es el milagro, si se puede llamar así, que se obra al llegar a esa ciudad, sino todo lo que te sucede en el trayecto, pues nadie se libra de imprevistos. En realidad ese camino es más antiguo que la religión que lo ha hecho famoso y muchos hombres dejaron su huella en diferentes lugares y casas o iglesias que hay. Los iniciados en la magia van buscando esas señales, los comerciantes buscan dinero y los religiosos la bendición de un hombre.
- ¿Como es posible que un camino consiga todo eso?- el sapo no lograba entender que un sólo viaje a un mismo lugar consiguiera todo eso tan diferente.
- Porque para todos los seres es lo mismo. Porque es como la vida misma; cada uno se preocupa de una cosa, le da prioridad al dinero, a los libros, a la fe o a cualquier otra cosa que está fuera de él mismo. En ese camino, te das cuenta de que lo importante es encontrar a gente que te de la mano cuando caes, o darla cuando la necesitan. Que por mucho dinero o posesiones que tengas si te sorprende la lluvia o un temporal te quedarás sin nada. Que aunque hayas leído dos mil libros, eso no te dará un plato de comida caliente y que por mucho que guardes los preceptos de una religión, sólo la generosidad te dará aposento, pues hay veces que ni ofreciendo oro hay cama para dormir. En ese viaje todos aprenden que lo realmente importante en la vida es vivir, dar la mano a un desconocido para que siga caminando, que te ofrezcan un plato de comida. Dar y recibir, sin egos, sin vanidades, sin criticas ni juicios de valor. Es el camino que todos deberíamos hacer. Y cuando llegas al destino, emprendes la vuelta a tu casa, pero valorando lo que te he dicho.
- Maestro, ¿debo hacer yo ese camino para aprender a ser un mago?- dijo el sapo con un hilo de voz.
- No es necesario ir a Santiago para aprender todo eso, pero hay gente que no lo sabe. Es un maravilloso viaje, donde muchos encuentran el sentido a su vida. Pero hay quién encuentra sentido a su vida sin haber pisado nunca Santiago. Amigo sapo, tu decidirás donde vas de viaje y que te llevas en la mochila pero, aunque mis palabras te acompañen y yo camine a tu lado, sólo tu en tu interior podrás hallar el verdadero sentido a la vida. Piénsalo.
El búho alzó el vuelo y el sapo quedó pensativo. Eran muchas las cosas que tenía que reflexionar antes de empezar ese viaje, incluyendo averiguar si sin salir de su charca podía encontrar sentido a su existencia.








jueves, 12 de junio de 2014

Varitas mágicas

"Cuentan las leyendas que los grandes magos siempre iban acompañados de una varita mágica, un gran bastón o ambas cosas. En realidad, el origen se remonta a la noche de los tiempos, dónde animales y humanos vivían juntos y donde la magia era algo tan habitual como respirar. No todos la practicaban, pero todos la conocían."
Aquella tarde en la que había que buscar una sombra para hacer más llevadero el calor, el búho le contaba aquella leyenda al sapo.
- Entonces- preguntó el sapo- si un gran mago necesita una varita mágica o un bastón, ¡no sé como voy a poder convertirme en mago! ¡No tengo manos para poder sujetar eso.!
- Amigo sapo, precisamente porque no tienes manos para usar esos objetos es por lo te será más fácil convertirte en mago.
El sapo miro desconcertado al búho.
- No me mires así, cómo si fuese un loco quién te habla o cómo si tu fueses idiota, porque ni lo uno ni lo otro es cierto- dijo sonriendo el búho- deja que te cuente el comienzo del uso de esos objetos y entenderás mi respuesta.
"En aquel tiempo, los animales vivían en completa libertad con los humanos, en una simbiosis perfecta.
Todas las especies sabían del equilibrio, de la vida y de la muerte. Para ellos la muerte no era algo a lo que temer, al contrario, sabían que sólo era una etapa más con la que seguir aprendiendo. Ni siquiera existía el ego, pues todos eran conscientes de que se necesitaban unos a otros.
Los magos de entonces no necesitaban pócimas, velas ni otros objetos para practicar su magia. El pensamiento y la palabra eran suficientes para provocar lluvia o fuego. Tampoco hacían mucho más. Nadie ambicionaba oro ni dominar a otros seres vivos.
Un joven aprendiz llegó un día a una de las montañas del lugar. Quería practicar con las nubes y conseguir que lloviese.
Después de varios intentos en los que las nubes ni tan siquiera se movieron, el joven empezó a perder la paciencia. Debido a su inexperiencia no entendía que todo requiere un tiempo de aprendizaje. Un sentimiento, nunca antes conocido, empezó a apoderarse de él. Aquella emoción fue creciendo, hasta llenar su mente y su alma. Era la Inseguridad.
- Hay algo que los maestros tienen- pensó - Seguro que esconden algo bajo las mangas de sus túnicas que hace posible la magia.
A partir de ese día el aprendiz se volvió taciturno y desconfiado. Los maestros decidieron que lo mejor sería dejarlo un tiempo solo en el bosque. Quizás necesitaba silencio para ordenar sus ideas, aprender a tener paciencia y así se lo hicieron saber. 
Aquello fue una nefasta decisión que ni el más sabio del reino hubiera sido capaz de prever.
El joven creyó que lo apartaban porque podía descubrir sus secretos y ser mejor que ellos. Así de absurdo e indomable se vuelve el alma de aquellos que han sido poseídos por la inseguridad.
Pasó el tiempo y el joven encontró el árbol más antiguo del lugar, pues creía que éste tendría algún poder especial. Pese a las explicaciones y ruegos del viejo árbol el joven le cortó una rama.
En todo ese tiempo, con muchas prácticas, el aprendiz consiguió conjurar a los elementos. Creía que su poder no provenía de su experiencia sino de aquella pequeña rama.
Con esa certeza abandonó el bosque y recorrió el reino entero, contando a todo aquel que veía que el verdadero poder residía en su varita.
Pero la Inseguridad lo fue consumiendo por dentro y tuvo que ayudarse de un bastón para caminar.
La gente, en la que aquel aprendiz había sembrado la semilla de la duda, empezó a temer a la magia, a sus pensamientos y a creer que alguien sólo era un gran mago si llevaba junto a él una varita o un bastón. La magia, que en principio había sido algo habitual, fue convirtiéndose en algo tenebroso".
El sapo lloraba. El búho mantenía la mirada perdida, quizás en aquellos lejanos tiempos.
- La magia está en ti- dijo por fin el búho - No le confieras poder a nada por inseguridad o miedo. La verdadera magia nace del corazón, de la experiencia y del amor al fin y al cabo. No nace de ningún utensilio externo.
El búho alzó el vuelo. El sapo se enjuagó las últimas lagrimas pensando en aquel aprendiz de mago que había estropeado su vida por dar cobijo a la inseguridad.

sábado, 24 de mayo de 2014

Maestros

" Un Maestro es aquel que puede transformar las cosas. U un Maestro es aquel que domina a los elementos, que domina todo su Ser. Un Maestro es aquel que posee el Poder en la Palabra"
Una ligera brisa soplaba aquella tarde en la charca. La misma ligera brisa que había traído hasta allí aquel trozo de papel.
Una pequeña mariquita, conocedora por sus viajes del lenguaje de los hombres leía, a petición del sapo, aquella hoja arrugada y desgastada, quizá un retazo de algún libro antiguo.
Un búho llego volando, uniéndose al grupo.
- Sabías palabras- dijo a modo de bienvenida.
El sapo dio un salto de alegría al oir la voz del búho.
- ¡Hola Maestro! ¡Que bien que hayas llegado, así podrás explicarme que significan esas palabras! Bueno, en realidad no quiero saber todo el significado, sólo aprender a hacer todo eso.
- Mi querido amigo sapo- dijo con su voz pausada el búho- Lo primero que aprende un mago es paciencia. ¿Crees que si pasas toda la noche en vigilia, aguardando el amanecer, el sol saldrá antes por el horizonte? ¿piensas que si todos los días echas agua sobre una semilla, esta se convertirá antes en una flor? Toda transformación tiene un tiempo determinado bajo el sol.
- Vale. ¿y si busco más trozos de papel como ese y los leo, aprenderé antes a ser un mago?
El búho giró completamente la cabeza y resopló. No tenía muy claro si decirle al sapo que además de impaciente corría el riesgo de volverse pretencioso o si por el contrarío lo mejor sería reirse de la ignorancia del sapo. 
- Querido sapo, todo necesita un tiempo de maduración y es importante ser aplicado. Pero primero debes aprender a respetar el Equilibrio de las cosas y lo más importante: la responsabilidad que tienes para todos tus actos.
El búho miró al sapo, esperando encontrar en sus ojos la confirmación de que había entendido lo que le acababa de decir, pero sólo encontró más dudas en sus ojos. Tomo aire de nuevo y decidió explicárselo de otro modo.
-- Imagina que aprendes a conjurar a los Cuatro Elementos. Con tu mente y con tu voz podrás hacer fuego, viento, lluvia y mover la tierra que pisas. Un día, decides que llueva, porque quieres demostrar a los demás que puedes hacerlo. Unes las nubes, aparecen relámpagos y una lluvia torrencial inunda el lugar. Tu ego se hace inmenso, porque has provocado lluvia, has demostrado tu poder. En esos momentos que tu magia ha obrado, una familia de pequeñas mariquitas se disponía a salir a por comida. Con la lluvia y sin saber nadar ni poder volar todos mueren. El único responsable de esas muertes eres tu. ¿asumirías esa responsabilidad?
- Bueno, sería una tragedia- contesto el sapo- pero yo no sabía que ellos estaban ahí. 
- Exactamente. Por muy grande que sea tu poder nunca lo conoces absolutamente todo. Cada cosa que hacemos tiene unas consecuencias. Si tu provocas un poco de lluvia porque hace tiempo que no llueve será una buena acción pedida y aprobada por todos. Pero si lo haces para demostrar que tienes mucho poder, alguien correrá peligro, incluso tu mismo.
Los tres guardaron silencio durante unos minutos tras los cuales el búho volvió a hablar.
- Imagina ahora que quieres que alguien sea tu mejor amigo. Lo quieres tanto que sólo quieres que su amistad sea para ti. Utilizas tu magia para que así sea. Pero en realidad, tu no quieres su amistad, lo que quieres es que esa persona sea tu esclava porque tu estás solo y en vez de ser agradable para tener amigos, tienes que encantar a los demás para que estén contigo, cuando lo mejor para todos sería que tú fueses agradable y bueno. A la persona a la que acabas de adquirir, como si fuese la compra de un objeto, la tendrás contigo, pero no por ti, sino por un hechizo. A esa persona le estás quitando su libertad para decidir con quién quiere estar y antes o después, esa persona se encontrará sola y triste y solo será tu sombra, no ella misma. Si tu ego es más fuerte que tu bondad, te dará lo mismo. Entonces tendrás que  asumir que has encarcelado a alguien y que eso no es justo. Si a pesar de ser consciente de eso, te sigue dando lo mismo, El Equilibrio Supremo actuará, ese si es el Gran Poder que está por encima de cualquier cosa, la persona a la que hechizaste se alejará de ti y estarás solo. Por regla general, quién actúa siempre con la justificación de su ego utilizando a cualquier ser que este a su lado en su propio beneficio te dirá que eso son tonterías. Pero observa y da tiempo y verás que ese tipo de seres siempre terminan solos y con falta de alimentos.
- ¿Y porque hay gente que siendo buena y generosa también están solos?- pregunto la mariquita.
- Buena pregunta. En realidad no están solos, están bien con ellos mismos. Los que respetan el Equilibrio suelen darle poca importancia a la ostentación de grandes casas, saben que eso es transitorio. Y la mayoría de veces, tienen pocos alimentos porque los reparten con los demás.
Un nuevo silencio se hizo en la charca.
- Cuando sepas que todo lo que haces tiene consecuencias y sepas con certeza evitar las consecuencias negativas para alguien. Cuando seas incapaz de hacer daño a nadie porque al único que perjudicas es a ti mismo y porque todos somos uno y debemos respetar a todo ser viviente... entonces y sólo entonces serás un gran mago. El resto de cosas solo son pequeñas ilusiones efímeras para embaucar a otros que desaparecen tan rápido como aparecen.
El búho alzó el vuelo, dejando en el aire sus últimas palabras.   

 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Aprendiendo diferencias

        Ver amanecer siempre era un espectáculo maravilloso. Nunca había uno igual que otro. Cada uno tenía un encanto diferente. El sol siempre salía por el Este, y aunque a primera vista pareciese que todo estaba como el día anterior, sólo fijándose en los pequeños detalles veías que eso no era así.
El viento podía haber hecho caer una hoja, el rocío de la mañana resbalaba o se aposentaba en cada lugar de un modo distinto. Eso provocaba miles de posibilidades de un espectáculo diferente cada día..
 En esas observaciones y divagaciones andaba una mariposa, siendo consciente de que aunque todo parecía igual en el día a día, en realidad todo era diferente.
Una hormiga, cargando un enorme grano de maíz, bordeaba con mucho cuidado la charca. Se paró para coger aliento bajo una hoja de arnica. En ese mismo momento, una gota de rocío resbaló, dejando completamente mojada a la pobre hormiga y al maíz que portaba.

- ¡No! ¡Hoy esto no tocaba! - dijo muy cabreada- la jefa volverá a enfadarse conmigo, me sacará a patadas del hormiguero. Me quedaré sin cuarto para dormir, sin mi ración de comida. Dejaré de ser útil a los demás, seré expulsada de la organización, del hormiguero, ¡del mundo!

Y comenzó a llorar. Aunque no sabía muy bien si era por rabia, impotencia, o tristeza.

La mariposa giró la cabeza al oír gritar. La escena era para una sonora carcajada. El casco que llevaba la hormiga goteaba. El uniforme, con una pequeña hoja de color rojo en el pecho, distintivo de la colonia a la que pertenecía, estaba tan mojado y arrugado que parecía una tremenda mancha.

- Buenos días. Veo que ha sufrido un pequeño contratiempo. ¿Puedo ayudarlo?

La hormiga no escuchó a la mariposa o, al menos,  no se dio por aludida. La pobre mariposa, haciendo acopio de todas sus fuerzas para no reír, volvió a preguntar.

- Disculpe señora hormiga. ¿Puedo ayudarla?

Esta vez la hormiga si contestó, dándose la vuelta y poniendo sus patas superiores en la cintura.

- ¿Ayudarme? ¿Una mariposa? ¡No me hagas reír!

- Puedo ayudarte a llevar el grano a tu colonia, si eso es lo que necesitas.-dijo amablemente la mariposa.

La hormiga miró a la mariposa como si de un espejismo se tratase. y acto seguido rompió a llorar.
se tapaba sus pequeños ojos con las patas mojadas, lo cual hacía difícil distinguir entre el rocío y las lágrimas.

La mariposa no sabía que hacer. Después de unos segundos, en los que la hormiga no dejó de llorar, la abrazó. Solo eso: un abrazo.

La hormiga tardó en dejar de soltar lágrimas y poco a poco y a borbotones, comenzo a hablar:

- Gra... gracias. Es que si no llevo la comida a la colonia me pueden echar de ella. También dejarme en las celdas de castigo, recordarme que soy un inútil... dejarme sin techo, sin comida. 

- Vaya- la mariposa miraba tristemente a la hormiga mientras hablaba- Y si abandonas la colonia?
 
- ¿ Estás loca? ¡ Todo ser vivo necesita un lugar donde estar, contribuir, comer. Y para todo eso hay que dejarse gobernar por un jefe.

- Yo ayudo a las otras mariposas, como, vivo y tenemos grandes líderes. Pero eso es respeto y colaboración.- dijo la mariposa.

- Yo soy una hormiga. 

- ¿ Sabes una cosa? Quizás tu seas una hormiga. Quizás también, estés acostumbrada a obedecer para permanecer en una colonia donde te hacen sentir útil.... pero quizás si una hormiga abandona la colonia, pero no el compañerismo, otras también lo harían. Y los jefes se quedarían sin esclavos. Entonces aparecerían líderes, no tiranos.

La mariposa cogió aire.

Y quizá todo esto sólo sea un sueño y nunca nadie dijo que cumplir un sueño fuese fácil. A lo mejor todo esto que te estoy diciendo es difícil de hacer. Pero no sabremos si esto es posible si no lo intentamos, ¿no crees?

 Muy cerca de alli, un sapo escuchaba atentamente.

lunes, 21 de abril de 2014

Las casualidades no existen.

-¿Cuándo aprenderé a ser un mago?
El búho había vuelto a visitar al sapo. 
-¿Aún no te has preguntado por qué nos conocimos?-respondió el búho.
-¡Claro! Llegaste una noche y te sentaste aquí. Comenzaste a hablar con las estrellas y a mi me molestó. Creo que sentí celos. Una tontería, claro; las estrellas no pertenecen a nadie. Y además hay muchas, de sobra para todos. Nos conocimos por casualidad, porque estábamos en el mismo lugar.
-Me gusta que veas así las estrellas- el búho abrió y cerró las alas, mostrando lo bellas que eran. En sus movimientos, la naturalidad del que todo lo tiene pero no presume de ello- Amigo sapo, las casualidades no existen.
El sapo miró fijamente al búho. No entendía lo que le estaba diciendo. ¿Acaso no era eso lo que tenía que responder?
- Nadie posee la verdad absoluta. El gran don que tiene la mortalidad es aprender, rectificar, des- aprender y rectificar de nuevo. Nunca respondas algo que no piensas, sólo porque sea lo que el otro quiere escuchar. Eso es peligroso. Son mentiras, restan fuerza a la verdadera magia y además te convierten en su esclavo. Es preferible, que en esas situaciones, guardes silencio.
Quizás, yo no hice la pregunta correctamente. Por lo tanto, rectificaré: ¿Crees, de verdad, que nos conocimos por casualidad?
El pobre sapo seguía sin saber la respuesta. Esta vez, cerró con fuerza la boca. Si tenía alguna magia dentro de él, no quería se evaporase por una mentira tal y como le había dicho el búho. Mejor escuchaba.
-Eres rápido asimilando nuevos conceptos. Es, junto con la humildad, una gran virtud. Verás, hace unos días vino a verme una pequeña mariposa. Lleva muchas vidas siendo compañera de viaje. En cada una de ellas, su magia y su corazón se han ido haciendo muy grandes. Es tan maravillosamente humilde, que incluso sabiendo mucho, se sigue considerando una alumna. Ella me habló de tí. Me dijo que le había conmovido tu mirada limpia tras unos modales un tanto descorteses y orgullosos. Y eso me dio que pensar. 
- ¡Claro! La mariposa te mandó. ¡Tú eres el maestro del que ella me habló.!
- No. Ella no me mandó. Yo decidí venir. Hay una gran diferencia - contestó riendo el búho - Verás, muchos te pueden decir lo que puedes o no hacer. Pero créeme, incluso aunque sea para sobrevivir, fíjate en que seas siempre tú el que decide si haces algo o no.
-Ya, claro.- el sapo no tenía ni la más remota idea de lo que el búho le quería decir.
-Decidí acudir porque la mariposa me dijo que llorabas. Cuando alguien llora por un capricho, sus lagrimas se secan pronto. Cuando alguien llora por dar lastima, en su mirada hay una señal inequívoca de ego, una altanería facilmente identificable. Cuando alguien llora por verdadera tristeza, pero al más leve atisbo de esperanza pide ayuda... ¡Amigo!, esas lágrimas señalan a quien será un entrañable y sagaz alumno.
Y no me malinterpretes, querido sapo. A veces creo que me estoy haciendo viejo para contar historias o enseñar, o quizás sea que ando un poco cansado de tener que estar siempre en esa cuerda floja, en esa línea divisoria, entre hacer el bien o dejar que cada uno tropiece las veces que necesite en su camino. Pero siempre aparece alguien como tú que me recuerda que debo seguir aprendiendo, enseñando.
-Señor búho, lo siento. Me perdí. No entiendo nada de lo que me está hablando.
El búho giró lentamente la cabeza y sonrió.
-Perdona. Empecé a divagar. Dejé volar mis pensamientos. Quise decirte, desde el comienzo, que las casualidades no existen. Que da igual, quién te diga lo que tienes o no tienes que hacer. Sólo cuando verdaderamente quieres algo, ocurre. A eso se le llama causalidad. Buscas, encuentras. Pides, recibes. Siembras, recojes. Aquellos que creen que todo es suerte, suelen irse de esta vida con la sensación de no haber vivido realmente. Quién de verdad busca una oportunidad, quién tiene en algún recóndido lugar de su alma, deseos de cambiar y ser mejor, ese ser, se hace responsable de sus actos. Toda acción tiene una consecuencia. Si decides mudarte a otra charca, bien por falta de alimento o cualquier otro motivo, actuarás en consecuencia y te mudarás, el efecto será que conocerás otros lugares . A veces, hay quién por miedo al efecto que pueda tener tomar una decisión y ejecutarla decide no hacer nada. Pero eso también es una acción. Si decides no hacer nada, dejarás de comer, de bañarte, dejarás de hacer cualquier cosa y morirás. Incluso el no hacer nada ya es una decisión. En ambos casos, tú eres el único responsable.  Aquel que cree en las casualidades, no hará nada y sus efectos serán nefastos, aquel que piensa que hay muchas acciones maravillosas para conseguir algo busca CAUSAS, razones para obrar y llegar a su meta. Por eso, señor sapo, conoció a la mariposa, por eso vine a esta charca, porque tú querías aprender a volar, porque tu generosidad es más fuerte que tu ego, porque la casualidad no existe, todo sucede por algo, pero para ello, uno tiene que poner los medios para que verdaderamente suceda. Por eso tomamos decisiones, las llevamos a cabo y eso tiene un efecto.
El sapo soltó un profundo suspiro. Iba a necesitar varios días para entender todo lo que le había dicho el búho.
- Te dejaré descansar, amigo sapo. nos veremos pronto.
El búho alzó el vuelo.

domingo, 6 de abril de 2014

Tiranos y esclavos

El sol despertaba. En un ritual cotidiano.


Dos mariposas gritando. Mejor dicho: dos mariposas gritándose entre ellas.


- ¡Eh! ¡Eh! Algunos aún no hemos desayunado. Y a este paso conseguiréis que no pueda ni hacerlo sin que se me indigeste la comida. ¿ Qué demonios pasa aquí? -dijo también gritando el sapo y colocándose de un salto entre ambas.


- La presumida ésta. Se piensa que porque tiene unas bonitas alas, todas las flores son suyas.


La que hablaba era una minúscula mariposa, con las alas completamente blancas. La que estaba enfrente, verdaderamente era mucho más vistosa. Con alas grandes y vistosos colores, miraba con aire despectivo a la otra.


- Mira, si no te gusta que pruebe todas las flores, ya sabes lo que tienes que hacer, lárgate de esta charca. O de todo el prado. Tampoco se echará tanto en falta una presencia como la tuya.- parecía increíble que semejante discurso, en un tono tan despectivo pudiese salir de la boca de algo tan bello.


- ¡Un momento! - el sapo, colocado aún en el centro de las dos tomó la palabra, dejando a las dos con las patas en el aire para enzarzarse en una feroz pelea - Puede que os admita, porque no me quede más remedio, que me fastidiéis el desayuno, puede que también permita que os peleéis hasta quedaos sin alas. Pero lo que no voy a consentir, es que nadie eche a nadie de “esta charca”. ¿Sabeis por qué? Porque “esta charca” es MÍA. Soy el que más tiempo lleva aquí. El que aguanta a todos los que vienen y van. El que cuida de que las flores estén contentas. Y un largo etc. ¿Lo teneis claro las dos?


El sapo las miró con aire desafiante. Y cuando las dos agacharon la cabeza, el sapo continuó hablando.


- Bien, ahora decidme qué está pasando. Y empezarás tú guapa, puesto que eres la que quiere “echar” a alguien de “mí charca” y tú te estarás callada. ¿Entendido? -el sapo habló con tal rotundidad que si él mismo se hubiera escuchado, habría pensado que no era su voz. 


- Verás sapo, la cuestión es bien sencilla. Las que somos tan bellas como yo, mejor dicho : las que son casi tan bellas como yo, no podemos preocuparnos de esas tonterías de los territorios, el campo de las otras, las flores que creen que son suyas… en fin, todas esas vulgaridades.


Las de mi clase, tenemos cosas más importantes en las que ocuparnos. ¿Qué más da dónde o de quién sean las flores? A nosotras la madre Naturaleza nos hizo bellas. Las labores y todos eso menesteres, son para aquellas que son tan feas o simples como esta de aquí.


- ¡Claro! Cómo tu has nacido con colores desprecias a las demás. Y no te das cuenta de que sin nosotras, las que nos ocupamos de las “ vulgaridades” tú y las de “tu clase” no deberíais vivir. 

- ¿Cómo te atreves a hablarme así? ¡Tú sólo eres una pobre mariposa, una obrera! ¡ No olvides a quien tienes delante ! - contestó la de colores.


Ambas volvieron a sacar las patas. El sapo, empezaba a no tener muy claro si dejar que se peleasen, arriesgandose a por estar en medio, recibir algún tortazo o intentar poner paz en una discusión que parecía muy antigua.


Al final, optó por esto último. Sacando esa diplomacia que se suponía andaba escondida en algún lugar de su memoria, volvió a tomar la palabra.


- En primer lugar, nadie es el “señor o dueño” de nadie. Incluso las hormigas o las abejas, que si que son "reinas",  tienen claro que no son las dueñas de nadie, son líderes y grandes organizadoras, pero trabajan en equipo. En vuestra especie, y me refiero a TODAS las mariposas, con más o menos colores, todas sois iguales. Nacéis, crecéis, poneis huevos y pasais a mejor vida. No necesitais de alguien que os organice. Tampoco tenéis mucho más que hacer.


El sapo hizo una pequeña pausa, quería comprobar que ninguna salía corriendo o le daba algún tortazo.


- Pero ¿cómo puede ser tan cruel conmigo? Con lo bien que yo me porto. - la mariposa "fea" gimoteaba.


- ¡Ah! ¡No! Eso sí que no. Qué si alguien tiene que llorar por ser feo soy yo y no lo hago. Escuchadme las dos - el sapo tomó aire, sabía que aquello se estaba complicando.


- La que es bella, se pasea alegremente, olvidando que nació de un huevo. Olvida también, que llamando la atención por sus colores, atrae sólo a aquellos cazadores desaprensivos que con buenas o malas artes, las cazan.


Las otras mariposas, aprovechan para cuidar las flores, y deberían agradecer que los cazadores, se fijen poco en ellas, así pueden volar libremente.


Os necesitáis. Unas cuidan las flores, otras distraen y alejan el peligro. Una cosa no puede ir sin la otra. Si unis vuestras cualidades, el resultado será beneficioso para ambas. Ninguna es mejor que la otra. Y dejad esa tontería de hacerse la víctima o el tirano. La tiranía sólo consigue que los demás te rehuyan y te abandonen. Y aquellos que tanto lloran, haciendo culpables a los que le rodean, al final también se quedan solos. Es muy desagradable oír siempre quejas.


Y al final, sólo tenemos un tiempo limitado para vivir. - el sapo pronunció estas últimas palabras, más para él que para las mariposas.


Un búho, observaba  desde una rama cercana.

jueves, 27 de marzo de 2014

La ira puede ser una virtud

El sol casi habia desaparecido en el horizonte. Algunas nubes se teñían de rojo. Las estrellas tímidamente, hacían su aparición en escena. Esta noche serían las protagonistas absolutas; luna nueva.
Como cada primavera, las golondrinas llegaban las primeras, aunque a esa hora ya descansaban en sus refugios de paso.
El silencio en la charca sólo era interrumpido por el canto de las hojas al ser acariciadas por el viento. Una vieja partitura que se convertía mágicamente en una nueva sinfonía, igual y diferente. Inexplicable pero cierto.
Los atrevidos grillos, que siempre se adelantaban a la primavera, esa noche no hablaban, se dejaban mecer por el canto de las hojas.
Las nubes rojas, comenzaron a colorearse de un intenso color violeta.
- Algo sucederá esta noche. El rojo predice vientos, pero el violeta, ése violeta, es diferente. Rara vez aparece y cuando lo hace, predice cambios- Un sapo, pensaba en voz alta.
- Todo puede cambiar, transmutarse. Esa es la verdadera esencia de la magia. - Una serena voz, en lo alto de una rama cercana completaba los pensamientos del sapo.  
- ¡Has vuelto! - el sapo, lleno de emoción buscó con su mirada al búho.
- Si uno no cumple sus promesas, de nada le sirve su paso por esta vida.- el búho se colocó al lado de su nuevo amigo- Pero te aconsejo, o mejor dicho, si te sirve de algo mi experiencia, te diré, que antes de hacer una promesa, pienses detenidamente si podrás cumplirla. Las fuerzas de la Madre Naturaleza son caprichosas. Si haces una promesa, te obligarán a cumplirla. Bueno, al menos, esa es mi experiencia.
El sapo se sintió tan feliz de ver de nuevo a su amigo, que su mente era un hervidero de ideas. Y por más que pensaba en todo lo que quería contarle, decirle, preguntarle, ninguna palabra salía de su boca. Sólo sentía su corazón lleno de alegría.
- ¿Me llevarás de nuevo a volar?- antes de terminar siquiera de pronunciar la frase se sintió un completo idiota. Era tanto lo que quería decirle y sólo algo tan bobo había salido de su boca. Nunca aprendería; siempre sería un completo estúpido.
- Hasta los grandes enfados con uno mismo, eso que llaman defectos y que nacen con nosotros, pueden transformarse en algo de utilidad.
Esas palabras, volvían a ser la continuación del pensamiento del sapo. El búho siempre sabía que decir. ç¿Cómo lo haría? Algún día tenía que averiguarlo.
- Mi querido sapo, sabes que me gusta contar historias. Es mi modo de enseñar lo poco que sé. Hoy te contaré una de humanos, de esos que tienes tantas ganas de ver.
El búho, giró completamente la cabeza antes de continuar.
- Hace muchos años, en un país muy lejano, vivía una joven muy hermosa. Era además inteligente y de un gran corazón. Muchos la envidiaban por todos los dones que tenía; pero ella no era feliz. El único don que no se le había concedido al nacer, era el de ser tan alta como las demás muchachas del reino.
Durante su niñez aquello no fue un problema para ella, más al llegar a la pubertad, aquel detalle sin importancia se convirtió en todo un problema.
Muchos muchachos, acudían a palacio a verla, pero como era tan bajita, todos la besaban en la frente.
La princesa veía como a las demás jóvenes las besaban en las mejillas, e incluso en los labios. Al principio, aquello le produjo tristeza y después una ira inmensa. No le parecía justo que por su corta estatura, tuviera que estar perdiéndose todos esos besos.
Un día, mientras paseaba por el jardín de palacio, vió como una muchacha se ponía debajo de sus zapatos, unos trocitos de madera para alcanzar las manzanas de un árbol. Aquello le dió una idea y salió corriendo en busca del zapatero del reino.
En ese momento, se inventaron los primeros zapatos de tacón. Son zapatos, algunos con unas formas muy sofisticadas, que utilizan las humanas. Con ellos no puedes correr y algunos son tan altos e incómodos que provocan caídas; ¡pero son tan bellos!.
A partir de ese momento, la princesa, nunca más fue besada en la frente.
Esta es la historia. Hay cosas que no podemos cambiar, pero si alejas los enfados de tu corazón y las tristezas, seguro encontrarás tus propios tacones. Y ahora, mi querido amigo, he de irme. Disfruta de las estrellas.
   El búho alzó el vuelo. Esta vez el sapo no se entristeció, sabía que el búho cumplia sus promesas y que volvería a visitarlo.

domingo, 23 de marzo de 2014

El primer vuelo

Todavía su cuerpo palpitaba. Había sido su primer vuelo. Pensaba que para poder vibrar y sentir el viento, la velocidad y todas esas cosas que escuchaba contar en su pequeña charca, tenía que volar sobre un águila al menos. Su vuelo encima del búho consiguió todas esas emociones. Fascinante, esa era la palabra. La armonía de movimientos. Unas veces rozando casi el suelo, otras, sobrepasando con creces las hojas más altas de los arboles. Había sido un fascinante vuelo.

- Gracias amigo - dijo el sapo - No imaginé nunca que algo tan lento fuese tan gratificante.

- Pensamos muchas veces que sólo aquello que es espectacular y que llama la atención a mucha gente es lo mejor - dijo tranquilamente el búho - y no pensamos que no es cuestión de cantidad, sino de calidad.

Los dos se quedaron mirando la luna en silencio. Estaba amaneciendo y apenas si ya se distinguían las estrellas en el cielo.

- ¿Sabes una cosa? Durante años algunos se acercaron a esta charca, otros sapos, libélulas, grillos, hormigas, abejas....todos contaban una historia, pero nunca ninguno me llevo a volar.- dijo lentamente el sapo - Una vez vino un sapo decían que era un gran sabio. Me habló de sus viajes, de la gente que había conocido. Estuvo algún tiempo viviendo con los humanos. Pero un día, al pedirle que me llevase con él, que yo también quería conocer a los humanos, desapareció...

El búho guardo silencio. Sabía que el sapo necesitaba contar la historia sin interrupciones.

-Me costó hacerme a la idea de que se había ido. Me gustaban mucho sus historias. Me sentí culpable. Pensaba que yo había dicho o hecho algo que lo había molestado.

El sapo respiró profundamente.

- Después llegó un saltamontes. Era tan elegante...que muchos lo trataban de presumido en exceso. También le pedí que me llevase a conocer lo que había fuera de esta charca y desapareció.
Así fueron pasando muchos, tú has sido el primero que me has llevado a volar.

- Bueno, no creo que seas culpable de querer aprender. No todos están preparados para enseñar. Es difícil, pero no imposible, reunir un buen alumno y un buen maestro.

- Pero yo quiero aprender para ser importante. Si sé cómo, cuando y porqué pasan las cosas, tendré 
poder sobre todos, seré importante y todos me respetarán.

- Eso mi querido amigo no es respeto, es miedo. - contestó secamente el búho.

- ¡La información es poder! ¿Acaso la magia no es ese poder? 

- No. Te lo repito mi querido amigo sapo : Es miedo. Cuando alguien sabe mucho, debe cuidar aún más sus palabras. Porque es una responsabilidad dar consejos. Lo que tú digas, si es tomado en cuenta por otros, puede ser peligroso. 

Otro largo silencio.

- Te pondré un ejemplo. Imagina que encuentras a alguien que lo sabe todo, lo adivina todo. Antes de hacer nada, consultas con él, todo lo haces como te lo dice él. Pasado un tiempo, tú ya no eres el que está viviendo y decidiendo. Ya no caminas solo ni aprendes a hacerlo, porque tu mano y tus acciones siempre son llevadas por alguien. Te vuelves dependiente de esos consejos. Eso no es bueno. Vives con miedo. Miedo a tomar tus propias decisiones. Miedo a ser responsable de si te equivocas o aciertas.

Luego está la otra parte. A veces quién da los consejos, también se vuelve dependiente. Necesita que lo admiren, que le pidan consejo. Necesita sentirse importante. Entonces el ego se hace dueño de su alma. Aunque continúe teniendo sabiduría y poder para ver las cosas, sus palabras no brotan del amor, sino del ego. Pasado un tiempo, si alguien con un poder similar se le acercase y te garantizo que esto sucederá, será criticado, intentará mentirle y desacreditarlo. Será el miedo a perder adeptos lo que haga que se comporte así. 

También hay otro grupo. se les conoce cómo "los absurdos" por lo disparatado de sus hechos, pensamientos y acciones.  Son aquellos que cambian continuamente de consejero. Se dejan guiar por el que más les endulza los oídos. Y critican al anterior... uno detrás de otro. En realidad no se dan cuenta de que el problema está en ellos... Es el miedo a ellos mismos lo que hace que siempre estén buscando nuevos consejos.

La magia, la verdadera magia es aquella que multiplica los dones que todos tenemos dentro. No es afán por dominar a unos u otros. Tampoco es ninguno de los miedos que te he enumerado anteriormente.

  El búho agitó sus alas.

- ¿Tú también me abandonas? -dijo el sapo mirando con ojos tristes al búho.

- Si. He de comer, descansar y ver a mis amigos. Descansa tú también amigo. Quedan muchas cosas que hablar, que sentir, que vivir, pero eso será mañana..   





domingo, 16 de marzo de 2014

Un viejo búho

Un manto de estrellas poblaba el cielo.Eran cientos,miles...no había forma de poderlas contar todas.
Distinguió la Osa Mayor,la constelación de cancer,el aguador de acuario...

A lo largo de los años se habían convertido en su familia.Eran las únicas que no se reían de sus locas ideas, Guardaban silencio. Lo escuchaban atentamente.Incluso brillaban un poquito más cuando alguna de sus palabras era interesante.Como un guiño.Un guiño que sólo era para él.Ël era importante para ellas...

 -Preciosa noche-dijo un viejo búho,mientras se posaba en una rama cercana.

 -Vaya,¿no había otro sitio dónde ir?-contestó mal humorado el sapo.

-Realmente no.Realmente,quería ver las estrellas en este lugar.Contarles mis nuevos proyectos...en fin,que no me apetecía ir a otro sitio.Pero esté tranquilo.Soy muy silencioso y no notará mi presencia-dijo el búho.


Pasados unos minutos,el búho pareció olvidar el pacto de silencio que había hecho y en un tono muy bajito comenzó a hablar.Verdaderamente parecía que hablaba con las estrellas.

-Mis queridas amigas,cuánto tiempo juntas.Aún recuerdo el día que salí de aquel huevo .Que poco favorecido estaba con el torso casi desnudo y tan mal peinado. ¿Y recordáis como volé por primera vez? Mi hermano mayor se empeño en decirme que yo no podría hacerlo.Y claro,él era el hermano mayor.Su palabra era toda una seguridad.Si decía que no era posible, ¡no hacia falta pensar más !No volaría nunca!

-Pensé que hablaba en serio cuando dijo que era silencioso -interrumpió el sapo - pero puede seguir hablando.Estoy deseando contar las veces que se cayó del árbol antes de poder volar.

El búho giró la cabeza.Totalmente.Era increíble ver como hacía eso,pensó el sapo y con voz calmada le contestó desde la rama:

-Si quieres que alguien sea toda su vida un esclavo,dile que no puede hacer algo.Y lo tendrás atado a tus deseos siempre.Con los años, quizá algo en su interior le dirá que él también puede ser dueño de su destino. Qué puede volar solo.Entonces le dará miedo. Y se reirá de todo aquel que cayó muchas veces antes de saber volar.O que sólo cayo una vez...
Son las creencias.Los limites que nos enseñan al nacer lo que hacen que podamos o no volar.

-Con todo mi respeto señor búho-dijo el sapo,bastante molesto- Yo soy un sapo,no tengo plumas.Nunca podré volar. Déjese de frases bonitas que no pueden aplicarse a la vida real.

-Con todos mis respetos,señor sapo.Quizá usted sea un ser mágico o hechizado. Quién sabe si mañana vendrá una princesa y con un beso lo transformará. Pero mientras llega o no llega esa princesa.disfrute que es un sapo.Vamos, ¡Diviértase!

-¡¿ Y lo de volar?!

-Yo lo llevaré en mi espalda.Así sentirá el viento en su cara.-contesto el búho

-Eso no seria volar ¡Eso es una estafa!-gritó el sapo.

-No.Eso no es una estafa.Eso es aprovechar todo lo que tenemos cerca para ser felices...


sábado, 15 de marzo de 2014

Quiero ser un mago

  Aquella charca se le estaba quedando pequeña.Necesitaba salir de allí,vivir aventuras,conocer sitios nuevos.Pero se miraba y se desanimaba...nunca lo conseguiria.

 Varias mariposas se acercaban a su charca.El pobre sapo las miraba embobado...¡Eran tan bellas!
Un día,una de ellas se acerco.Había visto llorar al sapo y venciendo su miedo a ser devorada se posó suavemente a su lado.

-¿Que le ocurre señor sapo?
-Nada.-dijo secamente él.
-Algo debe ocurrirte,porque los sapos no lloran por nada-contesto amablemente la mariposa
-Os miro,os admiro...podeis volar.Ver otros lugares.Sois muy hermosas.Yo nunca podré ser así...por eso lloro.
-¿Sabes lo que es la magia?La magia es aquello que todos tenemos dentro.-explico la mariposa-La magia es la sabiduría y el poder de transformar una gota de agua en lluvia.una brisa en un huracán.La magia es lo que nos convierte a todos en mariposas...Es un Camino.
-¿Y donde debo ir para ser una mariposa?
-ja ja ja...Antes de partir a ningún sitio.Antes de que te conviertas en mago,principe o ambas cosas,debes Sentirlo.Todo se transforma.Pero si solo cambias tu aspecto,la transformación será efímera.Por eso debes Conocer ,sentir,creer y crear.En este orden.
-Eso es muy dificil.No podré hacerlo-protesto el sapo.
-¿Cómo que no?-pregunto la mariposa- Yo me transforme siendo una oruga.
-¡Pero yo soy un sapo!
-Siéntate...Llamare al Maestro.él te dirá cómo sacar la magia que todos llevamos dentro.