domingo, 6 de abril de 2014

Tiranos y esclavos

El sol despertaba. En un ritual cotidiano.


Dos mariposas gritando. Mejor dicho: dos mariposas gritándose entre ellas.


- ¡Eh! ¡Eh! Algunos aún no hemos desayunado. Y a este paso conseguiréis que no pueda ni hacerlo sin que se me indigeste la comida. ¿ Qué demonios pasa aquí? -dijo también gritando el sapo y colocándose de un salto entre ambas.


- La presumida ésta. Se piensa que porque tiene unas bonitas alas, todas las flores son suyas.


La que hablaba era una minúscula mariposa, con las alas completamente blancas. La que estaba enfrente, verdaderamente era mucho más vistosa. Con alas grandes y vistosos colores, miraba con aire despectivo a la otra.


- Mira, si no te gusta que pruebe todas las flores, ya sabes lo que tienes que hacer, lárgate de esta charca. O de todo el prado. Tampoco se echará tanto en falta una presencia como la tuya.- parecía increíble que semejante discurso, en un tono tan despectivo pudiese salir de la boca de algo tan bello.


- ¡Un momento! - el sapo, colocado aún en el centro de las dos tomó la palabra, dejando a las dos con las patas en el aire para enzarzarse en una feroz pelea - Puede que os admita, porque no me quede más remedio, que me fastidiéis el desayuno, puede que también permita que os peleéis hasta quedaos sin alas. Pero lo que no voy a consentir, es que nadie eche a nadie de “esta charca”. ¿Sabeis por qué? Porque “esta charca” es MÍA. Soy el que más tiempo lleva aquí. El que aguanta a todos los que vienen y van. El que cuida de que las flores estén contentas. Y un largo etc. ¿Lo teneis claro las dos?


El sapo las miró con aire desafiante. Y cuando las dos agacharon la cabeza, el sapo continuó hablando.


- Bien, ahora decidme qué está pasando. Y empezarás tú guapa, puesto que eres la que quiere “echar” a alguien de “mí charca” y tú te estarás callada. ¿Entendido? -el sapo habló con tal rotundidad que si él mismo se hubiera escuchado, habría pensado que no era su voz. 


- Verás sapo, la cuestión es bien sencilla. Las que somos tan bellas como yo, mejor dicho : las que son casi tan bellas como yo, no podemos preocuparnos de esas tonterías de los territorios, el campo de las otras, las flores que creen que son suyas… en fin, todas esas vulgaridades.


Las de mi clase, tenemos cosas más importantes en las que ocuparnos. ¿Qué más da dónde o de quién sean las flores? A nosotras la madre Naturaleza nos hizo bellas. Las labores y todos eso menesteres, son para aquellas que son tan feas o simples como esta de aquí.


- ¡Claro! Cómo tu has nacido con colores desprecias a las demás. Y no te das cuenta de que sin nosotras, las que nos ocupamos de las “ vulgaridades” tú y las de “tu clase” no deberíais vivir. 

- ¿Cómo te atreves a hablarme así? ¡Tú sólo eres una pobre mariposa, una obrera! ¡ No olvides a quien tienes delante ! - contestó la de colores.


Ambas volvieron a sacar las patas. El sapo, empezaba a no tener muy claro si dejar que se peleasen, arriesgandose a por estar en medio, recibir algún tortazo o intentar poner paz en una discusión que parecía muy antigua.


Al final, optó por esto último. Sacando esa diplomacia que se suponía andaba escondida en algún lugar de su memoria, volvió a tomar la palabra.


- En primer lugar, nadie es el “señor o dueño” de nadie. Incluso las hormigas o las abejas, que si que son "reinas",  tienen claro que no son las dueñas de nadie, son líderes y grandes organizadoras, pero trabajan en equipo. En vuestra especie, y me refiero a TODAS las mariposas, con más o menos colores, todas sois iguales. Nacéis, crecéis, poneis huevos y pasais a mejor vida. No necesitais de alguien que os organice. Tampoco tenéis mucho más que hacer.


El sapo hizo una pequeña pausa, quería comprobar que ninguna salía corriendo o le daba algún tortazo.


- Pero ¿cómo puede ser tan cruel conmigo? Con lo bien que yo me porto. - la mariposa "fea" gimoteaba.


- ¡Ah! ¡No! Eso sí que no. Qué si alguien tiene que llorar por ser feo soy yo y no lo hago. Escuchadme las dos - el sapo tomó aire, sabía que aquello se estaba complicando.


- La que es bella, se pasea alegremente, olvidando que nació de un huevo. Olvida también, que llamando la atención por sus colores, atrae sólo a aquellos cazadores desaprensivos que con buenas o malas artes, las cazan.


Las otras mariposas, aprovechan para cuidar las flores, y deberían agradecer que los cazadores, se fijen poco en ellas, así pueden volar libremente.


Os necesitáis. Unas cuidan las flores, otras distraen y alejan el peligro. Una cosa no puede ir sin la otra. Si unis vuestras cualidades, el resultado será beneficioso para ambas. Ninguna es mejor que la otra. Y dejad esa tontería de hacerse la víctima o el tirano. La tiranía sólo consigue que los demás te rehuyan y te abandonen. Y aquellos que tanto lloran, haciendo culpables a los que le rodean, al final también se quedan solos. Es muy desagradable oír siempre quejas.


Y al final, sólo tenemos un tiempo limitado para vivir. - el sapo pronunció estas últimas palabras, más para él que para las mariposas.


Un búho, observaba  desde una rama cercana.

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