domingo, 8 de febrero de 2015

El don de una poeta

El búho se había ausentado de la charca durante un tiempo; uno de sus muchos viajes a lo largo del mundo. El sapo lo esperaba impaciente, sabiendo que sólo llegado el momento preciso su amigo volvería.

La última vez que se habían visto, el sapo deseaba dejar la charca, viajar, tomarse unas pequeñas vacaciones. Pero decidió no ir a ningún sitio. No quería huir, ni salir corriendo con la mochila cargada de miedos. No, aún no era el momento. Antes de viajar debía hacer su propio viaje interno.
" Es más fácil cambiar de casa que cambiar de creencias".
Aquella frase del búho lo retuvo en la charca. Poseer un poco más de sabiduría y controlar sus miedos era algo que creía imprescindible antes de partir.

- Te veo pensativo amigo sapo- dijo el búho a modo de bienvenida- ¿Va todo bien?
- Si y no - contestó el sapo- necesitaba volver a escuchar tus historias y tus sabios consejos
- Yo también me alegro de verte, he estado fuera resolviendo cosas y aprendiendo. ¡Vamos amigo sapo! Yo todavía sigo aprendiendo aunque me consideren algunos "sabio"- el búho sonrió. Su sonrisa era tan excepcional como él, pensaba el sapo- Ven, sube a mi espalda. Te llevaré a conocer a alguien.

Cruzaron el bosque, las montañas y divisaron un gran río, una inmensa línea azul. Y casas. Muchas casas de diferentes tamaños que hicieron que el pequeño corazón del sapo diese un vuelco.
- ¡ Humanos!¡ Ahí viven los humanos! ¡ Voy a verlos!- grito lleno de júbilo el sapo.
El búho inició su descenso, posándose suavemente junto a una ventana.
- Observa y escucha, más no hagas ruido- le ordenó el búho.
El sapo miró detenidamente a través del cristal. Una bella mujer de rubios cabellos y unos ojos tan azules como el río que habían cruzado escribía algo en un papel. En su mesa, cientos de hojas garabateadas y un jarrón con rosas.

"Las apariencias engañan"
Siempre preferiré el juego,
a la rigidez, o al misterio de las lágrimas.
El mirar de distintos ángulos,
a la ceguera obligatoria de las circunstancias.
Reírme de las arrogancias y todas las "...ncias",
a golpearme el pecho con culpas de subastas.
Siempre, pero siempre, insistiré en lo que siento,
a dejarme llevar por apariencias "equilibradas".
Sentirme libre desde dentro hasta tu cuerpo,
a tener que apresar entre los dedos las distancias.
Siempre preferiré la seducción,
a quedar atrapada en reglas y normas gastadas.
Pero sobre todo, siempre,
pero siempre, trataré con recelos
a quien cree tener la última palabra.

Elen Fouéré
El sapo miró extasiado al búho.
- Maestro, ¿es una diosa?, ¿es una humana? Porque no entiendo como palabras tan bellas pueden ser escritas. No me importaría tener semejante don.
- ¡Chissst! ¡Habla más bajito! Vamos te responderé en el camino de vuelta.
El sapo miró una vez más a aquella mujer de bellos rasgos. No podría en años olvidar su simétrico rostro ni su halo luminoso.
- Esa mujer es humana y poeta- comenzó a contarle el búho.- El don que posee es el de la sensibilidad y su modo de sacarle provecho, en su beneficio y en el de todos, es escribir poesía.
- Maestro, yo nunca tendré un don así- el sapo suspiraba.
- Nunca debes tener envidia del don de otros, ¡recuerda lo peligroso que es ese sentimiento! Todos tenemos uno diferente. Pero el que lo utilices para bien o para mal, marcará la diferencia. Un don sólo es virtuoso cuando se transforma en algo que nos hace sentirnos bien y que de un modo u otro ayuda a la gente que te rodea.
- Maestro, pero yo no soy tan sabio como tú, ni sensible como esa hermosa mujer. - replicó el sapo- ¡O no tengo ningún don ó está muy escondido!.
- Amigo sapo: Todos tenemos un don ¡todos! Y es de nacimiento, pero hay que descubrirlo y desarrollarlo. Esa poetisa, igual que otros artistas. Lleva años estudiando, rectificando y también ha pasado por buenos y malos momentos. Si no tienes experiencia, si no has reído o llorado, sufrido o gozado no podrás diferenciar entre una cosa u otra. Y la sabiduría es eso: experiencia, discernimiento y poner ambas cosas en práctica.
Habían llegado a la charca.
- La mujer que hoy has visto también ríe y llora. Incluso hubo una época que dudo de su don y de sí misma, como todos nosotros. Amigo sapo, en breve descubrirás tu don y para ello, pregúntate muchas veces: ¿ Que hago realmente bien y además me hace sentirme bien? Cuando respondas mil veces lo mismo y sepas que con ello puedes alegrar un poco la vida de los demás, tendrás la respuesta.
El búho alzó el vuelo, dejando una vez más reflexionando al pequeño sapo.


              Gracias Elen Fouere por prestarme tus letras y tu rostro para este relato.